Es gracioso comprobar que históricamente ha existido la biotecnología como una realidad cotidiana del hombre.
Hay muchísimos casos, pero uno de los más bonitos sin duda es el del mundo vinícolo.
Y digo que es bonito, porque el grado de conocimiento y control del hombre en esta materia es excepcional.
Hay que pensar que el vino tiene al menos 6000 años. Desde luego no he probado ese vino tan antiguo, pero aunque no creo que fuera tan preciso en matices como los que encontramos hoy en día, sin duda que los enólogos de la época tenían muy claro de donde obtenían las cepas de levadura, que tipo de fermento usaban para que tipo de cepa , y del tiempo de fermentación que empleaban y de oxigenación en barrica.
Parece obvio que no se planteaban estos interrogantes desde el punto de vista científico, pues desconocían los procesos de esterificación oxidación, fermentación etc… que hoy en día son de dominio casi popular. Aún así, de una forma empírica se aproximaban a estos conceptos llegando a moldearlos para acercarse al aroma, textura, color, y sabor que imaginaban.
Tengo entendido que los griegos y romanos rebajaban sus vinos con agua e incluso lo mezclaban con miel, cosa que hoy en día sería poco menos que un pecado, con lo que me figuro que la cultura de la excelencia en el vino no estaba tan extendida, aún así quiero imaginarme los antiguos enólogos como unos de los pioneros en el campo de la química y del estudio genético.
Porqué sin duda ellos tenían muy claro con que variedades de uva trabajaban, así que de alguna manera se aproximaron a las teorías genéticas que varios milenios después encumbrarían a Mendel.
Y es precioso comprobar como esta ciencia ha ido evolucionando de forma completamente humana, en un mundo donde literalmente los conocimientos pasan de padres a hijos. Hay que entender que el mundo de la producción vinícola es muy cerrado, donde hay familias que quizá son las únicas propietarias de un tipo de variedad en una zona determinada. Porqué el vino, desde luego, es la expresión de la uva, así pues hace falta poseer unos territorios con una cantidad suficiente de alguna variedad para intentar crear un vino propio. Y aquí ya empieza el juego “biotecnológico” porque según las características de humedad, composición del suelo, clima etc… uno puede o no puede aspirar a cultivar una u otra variedad, con lo que la afirmación de que el vino va ligado a la tierra se puede decir que es totalmente cierta.
Una tierra de vinos será siempre una tierra de vinos.
La verdad es que ser hace tarde y quería comentar un montón de cosas en plan más técnico. Lo dejaré mejor para otro post, y este queda como introducción.
Saludos!
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